La Situación: Toda una Región afectada.
La pobreza es estructural
Evidentemente en Tartagal como en el resto del país, se vive en la incertidumbre de hacia dónde vamos. El alud como fenómeno provocado por la infamia del lucro de las empresas desnudó la “pobreza estructural” de un municipio rico en recursos naturales y una población de casi 100 mil habitantes que dinamizaba en la menos que precaria condición laboral, en la cadena productiva, de ésta dan cuenta los decesos por desnutrición, el aumento de la miseria y la exclusión, el elevado índice de suicidios, el aumento de la locura y el narcotráfico.
La explotación de los recursos energéticos como el petróleo y el gas, la deforestación en asociada con la producción sojera en manos de una camarilla cubierta por el “poder” político y legislativo pone al descubierto un modelo económico, político y social que responde a un proyecto anacrónico, mezquino, prepotente y antihumanista; pues el afan expansionista del control de territorios energéticos bajo el signo del capital financiero trasnacional está llegando a su punto crítico en el cual las recetas del pragmatismo político-burocrático del Estado, en todos los órdenes, anuncian más represión para tapar sus salvajadas contra las poblaciones criollas e indígenas que sobreviven en esta cadena inmoral impuesta hoy por la infamia de las empresas. Antes por las oligarquías en un proyecto autoritario de expansión y dominio territorial nacional. En la actualidad casi todo ha sido entregado, las ciudades continúan siendo postas, antes para los conquistadores, hoy lo son para las multinacionales que absorben las riquezas naturales. La vida de los habitantes sólo significa un trampolín para sus fines, no se ven indicadores que anuncien mejoras en las condiciones de vida de los sanmartinianos. Todo está alambrado, el territorio ha sido repartido entre “los poderosos”: la oligarquía ligada a los negocios de las empresas y al capital financiero trasnacionales para favorecerlos.
¿El alud es un castigo de Dios, como dijeron funcionarios de Tartagal? No. El alud es un fenómeno que emerge por las prácticas depredadoras de las empresas a quienes no les interesa la vida humana, sino sus intereses egoístas de las ganancias a cualquier precio que incluye la vida humana y así se apropian del todo social. El alud no es la violencia de la naturaleza, el alud es la violencia del apropiamiento del todo social a cualquier precio. Atribuirle esa característica es un intento de tapar los propios intereses y la responsabilidad sobre el fenómeno de quienes han expresado tales afirmaciones. Por otro lado los autodenominados “los pobladores” de Tartagal que atacan a los desocupados y a los indígenas de obstruir el progreso por los constantes cortes de ruta, exigen castigo por la ilegalidad de las medidas. ¿Y de la ilegalidad de no cumplir con leyes que tienen que ver con no pasar hambre o morir por hambre? Sin lugar a dudas el contraste de intereses que se hacen públicos y se enmarañan en acusaciones estériles de ineptitud ante el conflicto, desnuda la miseria estructural que se hace incontrolable y en aumento. Los autodenominados “pobladores” de Tartagal: Los funcionarios, Centro de Empresarios de Tartagal y representantes de empresas petroleras sólo han expresado sus intereses en contraste con los legítimos reclamos de necesidades insatisfechas de los miles de excluidos en el municipio.
El Estado como siempre se hará cargo de los fallecidos, de las pérdidas materiales de los damnificados directos, seguramente habrán planes de gobiernos en tal sentido. Otros efectos inmediatos son los primeros “desocupados” por el cierre de los aserraderos. Desocupados por así decir porque una persona ocupada tiene cubiertas las necesidades básicas y aportes jubilatorios. Estos primeros afectados “en negro” son la segunda línea en la cadena en la industria maderera, en primera línea están los hacheros, destroncadotes, etc. también en negro o en su mayoría. Otros afectados son los artesanos de la madera. Así comenzarán a surgir afectados por la oleada solidaria argentina. Pues el panorama se complica en la interdependencia social de unos con otros sectores. Baja el consumo y afecta al comercio. Este es el comienzo de un proceso que llevará largo tiempo, pero entre la necesidad y urgencia ante el hecho en la naturaleza no hay soluciones mágicas. Ante una conciencia mágica habrá conflictos si no se abre la participación de todos los sectores sociales para la búsqueda de salidas ordenadas.Todo el armado político, económico y social es defectuoso, energía humana y natural absorbida por las multinacionales, sus socios y los cómplices locales. La distribución es más que desproporcionada, es improvisada e inmoral.Quiero creer que la ausencia de una política de desarrollo en esta zona del Estado Nacional a través de los representantes genuinos se debe a un dique de intereses contrapuestos de la oligarquía intelectual local, que impide llegar otros recursos a todo el conjunto. El gobierno Nacional tiene ante sí la gran oportunidad de abrir un proceso de estatización del todo social en referencia a la tierra, al petróleo y el gas y el servicio de luz y agua, unido a un frente social por la justicia social y el desarrollo sustentable. Y enfrentar la desintegración social que se vive en Tartagal con una estructura confiable, difícil pero posible. Una estructura no mercenaria de doble filo, sino con una nueva sensibilidad sobre la vida humana. A esta altura cuando todo parecía en orden y que todo estaba bien, comienza a sentirse en el pueblo el clima de desconfianza en el gobierno de Juan Manuel Urtubey.
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